Cuentan en el barrio, que una vez Ceferino Gómez salió a plantar poemas. Con una cuchara sopera de mango azul y un bolsillo lleno de papeles. Caminaba hasta encontrar una vereda propicia, sacaba la cuchara de un bolsillo y hacía un pequeñísimo pozo. Del otro bolsillo sacaba un papel rectangular, no muy grande, del tamaño anotador de verdulero. Recitaba el poema, plegaba el papel al medio, una y otra vez. Depositaba el cuadradito de poesía en el pozo y lo tapaba.
Dicen que lo hizo durante una semana, cada día. Más de cien cuadras sembradas de poesía.
Al mes se observaban varias flores más en el barrio, con la primavera habían florecido los poemas. Los más escépticos aseguran haber visto a Ceferino meter, con hábil mano de presdigitador, unas semillas en el papel doblado. Otros, más amables, juran que
cuando sopla el viento
el gladiolo de la esquina
San Martín y Mitre
recita versos libres.
David García (argentino, contemporáneo) en su muro de FB
Dicen que lo hizo durante una semana, cada día. Más de cien cuadras sembradas de poesía.
Al mes se observaban varias flores más en el barrio, con la primavera habían florecido los poemas. Los más escépticos aseguran haber visto a Ceferino meter, con hábil mano de presdigitador, unas semillas en el papel doblado. Otros, más amables, juran que
cuando sopla el viento
el gladiolo de la esquina
San Martín y Mitre
recita versos libres.
David García (argentino, contemporáneo) en su muro de FB
No hay comentarios:
Publicar un comentario