martes, 16 de abril de 2019

Contrabandistas de palabras

CONTRABANDISTAS DE PALABRAS
Los pies de Yang Huanyi habían sido atrofiados en la infancia. A los
tumbos caminó su vida. Murió en el otoño del año 2004, cuando estaba por
cumplir un siglo.
Ella era la última conocedora del Nushu, el lenguaje secreto de las mujeres ...
chinas.
Este código femenino venía de tiempos antiguos. Expulsadas del idioma
masculino, que ellas no podían escribir, habían fundado su propio idioma,
clandestino, prohibido a los hombres. Nacidas para ser analfabetas, habían
inventado su propio alfabeto, hecho de signos que simulaban ser adornos y
eran indescifrables para los ojos de sus amos.
Las mujeres dibujaban sus palabras en ropas y abanicos. Las manos que los
bordaban no eran libres. Los signos, sí.
Eduardo Galeano

lunes, 15 de abril de 2019

Ser narrador (tomado de facebook)

SER NARRADOR.
No hago espectáculos. Simplemente funciones de cuentos. En esos espacios que va llegando la gente de a poquito. Saludar, recibir. Todo a la vez mi...entras voy poniendo los telones subiendo y bajando escaleras. Una mano amiga me acerca las telas. Mientras hago esa tarea escucho las voces de los encuentros, veo los abrazos y el cariño que se tienen. Los nuevos se sientan tímidamente, Me acerco, saludo, los integro, Los integran. Pido a algun compañero si puede poner los sobres en las mesas. Pido a otro si puede encenderme una vela, a veces como un ritual. Otros toman posiciones para tomar fotos. Por amor se hace eso.Me agrada que colaboren porque eso es reforzar vínculos. Ayuda a ser parte y me pone fuerte, me sostiene. Puedo pedir incluso que algun compañero presente la función si es necesario. Pido a los chicos del bar un vaso de agua, poneme un tema. Pregunto, puedo ayudar? Alli hay alguien sin atender. A veces pregunto que desean tomar. Siempre estoy con la gente. Listo para el abrazo o el apretón de manos. No necesito concentrarme, necesito humanidad, estar cerca hasta el último momento. Pienso en aquellos que no llegaron, que extraño y los hago presentes en mi pensamiento, pensarlos es tenerlos allí. Luego apago las luces del salón o pido a cualquier compañero- apagame esa. Fer o Daniela suben la música y las luces, luego bajan las luces... vuelven a subirlas. Avanzo, con amor avanzo, relajado, agradecido. Soy el más chiquito de los presentes porque voy a recibir mucho. Ya sentado en mi banqueta se hace el silencio o callo hasta que el silencio habite. Pido en mi interior armonía, serenidad. Comienzo. A veces pronuncio la palabra Paz. Hablo como se habla a un hermano, a una madre. Cuento, reflexiono. Charlo, río. Me dejo llevar por los cuentos, esos que no he preparado hoy pero me habitan desde hace tiempo y confío en ese momento. Sé cuales deseo contar pero esa mañana escuché música pensando en los seres que habitan esos cuentos. En la música que habita cada cuento. La historia avanza entre todos. Silencios, aplausos. Lo importante es "La Nave". La construcción grupal. Para mi gusto narrador y oyente en el mismo plano. Yo sugiero, ustedes completan. Me completan. Llegamos a destino con esta querida imperfección que me habita desde siempre. Agradezco aplausos que bajo en mis decibeles porque soy vergonzoso. Saludos, miradas, afecto.
Comienzan a irse hablando entre sí. Nuevas relaciones se han formado. Pido a algun compañero que recoja los sobres. Me ayudan a bajar las telas, alguien las dobla.
Me rio con Fer, con Daniela.
Luego -Nos vemos mañana?
Siempre alguien me acompaña a la salida. Caminamos juntos y luego sólo.
La luna esa noche está alta y redonda.
Pedro Parcet

Fragmento de "Mal de muchas" de . Marcela Alluz

Puedo tener todos los estados de ánimo que existen, en un día. A veces en una tarde. Otras, en una hora. Me he hecho análisis de sangre porque obviamente es más fácil echarle la culpa al cuerpo que a la cabeza. Está todo en orden. No hay hormonas sueltas ni glucosa baja ni presión oscilante. Mi corazón tiene ritmo adecuado en el electro aunque yo crea que se detiene, se acelera o late a destiempo.
Por momentos me echaría a morir en un rincón de la terminal y sin embargo al rato estoy riéndome como descosida de una ocurrencia leída al pasar. Soy una boluda entusiasta y una maniática depresiva. No hay fármaco que haya dejado de probar ni sustancia que no me haya puesto en la sangre para estabilizar una montaña rusa que me circula piel adentro, día tras día.
Anhelo rutinas. Sueño con estantes ordenados, papeles en carpetas y ropa doblada. El caos se ha apoderado de mis rincones afuera y adentro del cuerpo. Hay días que me
alimento como espartana y otros como romana. Puedo participar de orgías o ser una monja de clausura. Se me enloquecieron los controles y ya he tocado todos los botones
para reiniciarme. No hay manera. Mi conexión con el mundo es ésta. Baja señal o vuelo en colores. Me duele la inestabilidad. Tengo unos abruptos cambios en el humor.
Hay días que la alegría no me cabe en el cuerpo. Estoy jocosa, hago chistes, todo me parece gracioso, le tengo paciencia a mi madre y hasta nos reímos juntas. Va a cambiar
el tiempo, dice ella y a mí me hace gracia.
Pero hay otros. Días en que soy la nada misma. Un aletargamiento similar al de los animales que hibernan me imagino. Nada me conmueve, no encuentro un lugar donde ovillarme a morir, la inercia salvadora me redime y el instinto de supervivencia evita que caiga en el abismo oscuro que se me abre ante los ojos. Días en los que apagaría la
alarma para quedarme en la cama, la cabeza tapada, la mente muda.
Será la menopausia, me dice mi amiga cuando me ve entrar en la sala de maestros y desplomarme sobre alguna silla. Puede ser. Pero desde siempre me ha pasado en
algunos períodos de mi vida, un cansancio arcaico se apodera de mis huesos. Me faltan causas para explicarme a mí misma qué hago viviendo. Se me enfría la sangre y me
convierto en una planta en un balcón de una vieja solitaria; parada, aparentemente saludable, ilesa, pero con los pies enraizados en una tierra oscura que me aprisiona y no
me permite moverme del lugar del desánimo. Una sensación instalada en el puente de los ojos me agobia. Muero de nada y nada puedo hacer sólo esperar que suba otra vez la
marea y se transforme la linfa que me habita en savia bruta.
Tendrías que ir a un médico, me dice mi madre mientras abre las cortinas de mi pieza.
No soy capaz de decirle, vení vieja, dame un abrazo, haceme una sopa de zapallo y leéme un cuento. Sé que lo haría, lo sé. Pero se supone que soy yo la que debería cuidar
de ella ahora y haber crecido de mente también para sobreponerme a este malestar que a todas nos debe pasar pero que yo lo tomo como un síntoma de otra cosa. Tal vez sea simplemente estar atiborrada de pautas sociales que no cumplo y que me pesan en ese sitio que algunos le llaman alma, Soy soltera, sin hijos, no brillo en mi profesión, no tengo el peso esperado, no soy sociable, vivo con mi madre.
Tan grande y con mi madre.

domingo, 7 de abril de 2019

Narradores

De boca en boca llevan
y traen
Le prestan cuerpo y voz
a las historias
y las ofrecen
como jugo de frutas
como música
como perfumes raros
como estremecimientos de la piel
y llamarada
como semillas en la tierra
y como lluvia
y viento
como viajes
a lugares que no se conocían
que no existían
que de repente están ahí
y estamos.
Gracias y gracias,
narradores y narradoras
orales.
Iris

La jaula de Javier Villafañe

CUENTO: "LA JAULA" DE JAVIER VILLAFAÑE La jaula Nació con cara de pájaro. Tenía ojos de pájaro, nariz de pájaro. la madre, c...