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RAZONES PARA LA LECTURA
Para ser inteligente, para creerse inteligente, para sentirse
inteligente. Para no estar solo, para estar solo, porque más que solo vale estar
mal acompañado aunque mucho se diga que no hay libro malo. Porque hace frío ahí
fuera, porque llueve sobre el corazón y gusta ver la tinta sobre los campos de
nieve. Para ser entre la gente. Para fumar sin sentirse culpable, para dejar de
fumar y las manos no se escapen en busca del aire de nadie.
Para tener un libro de bolsillo en el bolsillo y ocuparse de un mientras, un
ya veremos y de un entretanto. Por vista, gusto, tacto, olfato y oído y para
saber qué alumbra lo que tanto nos gusta. Por ego y por apego. Para esconderse,
para mostrarse, para vestirte, para desnudarte. Porque sí, por si, porque no,
para no. Para ser feliz, por no ser feliz, por infeliz. Para andar el camino,
para encontrar el camino, para olvidar el camino, para construir un camino, para
hacer un alto en el camino. Para no perder el tren.
Por sed, por hambre, por tierra, mar y aire. Para mirarse en el espejo, por
reflejo incondicionado, para conocer quién nos habla desde el otro lado del
espejo. Por ti, por mí y por ella. Porque queremos ver y que nos vean y sin
embargo qué morbo da la “cita a ciegas” (el autor pone la alcoba, el editor la
casa, el narrador es el que la luz apaga).
Para ver el humo que avisa donde está el fuego. Porque estar cansado tiene
plumas, la avaricia comienza en el dar y porque sólo entonces soy como te
quiero. Para tener la libertad que no tiene el solitario. Para pedirte perdón
por el daño que me hiciste, echar sal en mis heridas e intentar saber cómo me
llamo. Porque puedes estar en misa y repicando, nadar y guardar la ropa, ser
Caín y el guardián de tu hermano. Porque si no se las lleva el viento, arden las
palabras. Por pie quebrado y tan callado. Para conocer la voz de mi amo y para
ver si de una vez alcanzo el silencio. Para ser el enfermo y el psiquiatra.
Porque yo no soy como te amo.
Porque el poema es una copa de vino, y se fue, y el mañana no ha llegado. Por
punto de partida y de hoja en hoja y leo porque me toca. Porque hay vida más
allá del punto y aparte y es sano andar a pie de página. Porque si pierdo la
memoria qué pereza. Para ni ser ciego en Granada ni nos obliguen a elegir entre
la pena y la nada. Para jugar con fuego y no salir quemado. Porque la letra con
letra entra, y sale y vuelve a entrar como beso que no quiere que te calles.
Porque entre todos los libros que he leído nunca he leído aquel entre cuyas
letras desfallecieron de amor Paolo y Francesca. Para tirar la mano, esconder la
piedra y mojar el pan en sangre ajena. Para que me llames y me ames. Para acabar
con la propiedad privada de mis palabras. Porque si echas cuentas te sale a
cuento y hasta te sobran dos quijotes y medio sancho. Y por los libros de los
libros, mal o bien, pero amén.
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