sábado, 26 de abril de 2014

Elena Poniatowska recibió el Premio Cervantes



 


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Elogio de las mujeres, desde Sor Juana a las Madres de la Plaza (Publicado el 24 de abril en Tiempo Argentino)

Habló con la misma sutileza y la misma pasión con que escribe. Aseguró que se siente muy orgullosa de "caminar del lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos".

 
                        
            Quien haya leído las crónicas o relatos de Elena Poniatowska sabe que su voz está construida de una suavidad intensa. Esta escritora, periodista y cronista es capaz de retratar lo bello y lo terrible –desde un retrato de Frida Kahlo como el que trazó en su libro Los siete cabritos hasta el dolor cosido en las voces de La noche de Tlatelolco– con una maestría hecha de aparentes susurros, de gestos pequeños. Y ese fue el tono que volvió a usar ayer al recibir el Premio Miguel de Cervantes de manos del rey Juan Carlos en la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid. Con su vestido rojo y la aparente fragilidad que le dan los años, durante un discurso de media hora Poniatowska reivindicó a las mujeres que levantaron la voz para denunciar toda forma de injusticia –incluso se refirió a la lucha de Madres de Plaza de Mayo– desde los días de Sor Juana, en el siglo XVII. También enalteció las voces de los excluidos –los indígenas mexicanos ayer,  los corridos a las fronteras de la pobreza, hoy– delante de un auditorio compuesto por los reyes de España y el presidente Mariano Rajoy, entre otros. "El poder financiero manda en el mundo y los que resisten montados en Rocinantes son cada vez menos. Me enorgullece caminar del lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos", destacó en uno de los tantos momentos que aludió al Quijote creado por Cervantes como metáfora del presente.
Al comenzar el discurso, hizo una recordación de Gabriel García Márquez. "Antes éramos 'los condenados de la tierra', término que acuñó Franz Fannon al referirse a los llamados 'países del tercer mundo'. Con sus Cien años de soledad, García Márquez le dio alas a América Latina y ese vuelo es el que hoy nos envuelve, nos levanta y hace que nos crezcan flores en la cabeza", dijo.
Luego contrastó el hecho de que es "la cuarta mujer en recibir el Cervantes, creado en 1976", mientras que "los hombres son treinta y cinco". Después nombró a las anteriores ganadoras de este premio: la española María Zambrano (que en verdad vivió gran parte de su vida en México tras huir de la guerra civil), la cubana Dulce María Loynaz y la también española Ana María Matute ("la conocí en 2003 y sentí afinidad por su obsesión con la infancia y su imaginario riquísimo y feroz"). Observó que estas escritoras e intelectuales "zarandeadas por sus circunstancias", no tuvieron "santo a quién encomendarse y sin embargo, hoy son mujeres del Cervantes". "A diferencia de ellas, muchos dioses me han protegido porque en México hay un dios debajo de cada piedra, un dios para la lluvia, otro para la fertilidad, otro para la muerte. Contamos con un dios para cada cosa y no con uno solo que de tan ocupado, puede equivocarse", continuó.
También se refirió a la llegada de su familia a México en 1942. "Mi hermana y yo fuimos niñas francesas. Llegamos con apellido polaco a la inmensa vida de México. Las certezas de Francia y su afán por tener siempre la razón palidecieron al lado de la humildad de los mexicanos más pobres, descalzos, caminaban bajo su sombrero o su rebozo, se escondían para que no se les viera la vergüenza en los ojos", dijo y agregó: "Aprendí el español en las calles, con los gritos de los pregoneros." También, con unas rondas como "Cuchito Cuchito / mató a su mujer con su cuchillito del tamaño de él / le saco las tripas y las fue a vender / mercarán tripitas de mala mujer". "Todavía hoy se mercan las tripas femeninas. El pasado 13 de abril dos mujeres fueron asesinadas de varios tiros en la cabeza en Ciudad Juárez, una de 15 años y otra de 20, embarazada. El cuerpo de la primera fue encontrado en un basurero", denunció. En ese contexto, recordó a la activista mexicana Rosario Ibarra de Piedra, que en los setenta "se levantó en contra de una nueva forma de tortura, la desaparición de personas" tras el secuestro de su hijo Jesús Piedra. "Su protesta antecede al levantamiento de las Madres de Plaza de Mayo con su pañuelo blanco en la cabeza por cada hijo desaparecido. 'Vivos los llevaron, vivos los queremos'", enfatizó la escritora. Y finalmente nombró a las mujeres luchadoras de Chiapas, que en 1994 se levantaron en armas porque "querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que deseaban y no ser cambiadas por un garrafón de alcohol".
"Ningún acontecimiento es más importante en mi vida profesional que este premio que el jurado del Cervantes otorga a una Sancho Panza femenina, una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los hay y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa de mandado, su pico y su pala y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuenta", dijo.
Sobre el final se refirió a su amada Frida Khalo (aunque también se ocupó de escribir perfiles de otras artistas, como Tina Modotti y Leonora Carrington), "A diferencia de ella, que quería irse, yo sí espero volver, volver, volver, y ese es el sentido que he querido darle a mis 82 años. Pretendo subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano para ayudarle a repartir como un escudero femenino premios a los jóvenes que como yo, hoy, lleguen a Alcalá de Henares", confesó. Después, sin aclarar que hablaba de su marido, se refirió a los "últimos años de vida del astrónomo Guillermo Haro" fallecido en 1988. "Observaba durante horas una jacaranda florecida y me hacía notar cómo pasa la vida, cómo se viene la muerta tan callando. Yo siento mías las jacarandas que cada año cubren las aceras de México con una alfombra morada, que es la de la cuaresma, la muerte y la resurrección", finalizó con la voz sutilmente quebrada. «



Las premiadas
Las mujeres que ganaron el Cervantes antes que Elena Poniatowska son:
. 1988: María Zambrano (filósofa y ensayista española)
.1992: Dulce María Loynaz (poeta cubana)
.2010: Ana María Matute (escritora española

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